El refrigerador es un equipo cuya función consiste en mantener, en un ambiente controlado (espacio refrigerado), diversos fluidos y sustancias, para que los mismos se conserven en buenas condiciones mientras más baja sea la temperatura, menor actividad química y biológica.
En el sector salud se distinguen dos tipos principales de refrigeradores: los refrigeradores de laboratorio y los refrigeradores de farmacia. Ambos deben permitir una limpieza fácil y completa de las superficies y deben ofrecer una elevada fiabilidad, principalmente en lo que respecta al control de la temperatura. Algunos modelos también ofrecen una función de descongelación automática y/o de refrigeración por aire forzado.
Refrigeradores de laboratorio
Se utilizan principalmente para la conservación de muestras y de reactivos. Ellos mantienen una temperatura constante para reducir al mínimo el riesgo de contaminación cruzada o de explosión de materiales volátiles. Con el objetivo de mantener una temperatura estable y uniforme, muchos refrigeradores cuentan con un ventilador que hace circular el aire en el interior del aparato. Cuando se abre la puerta del refrigerador, el ventilador se detiene automáticamente para evitar que el frío se escape. Además, suelen estar dotados de compartimentos separados para evitar la contaminación cruzada. Estos aparatos también pueden ser utilizados para conservar sangre y vacunas. No obstante, también hay refrigeradores específicamente concebidos para el almacenamiento y conservación de sangre, los llamados refrigeradores de banco de sangre. Se utilizan tanto en laboratorios como en bancos de sangre.
Refrigeradores de farmacia
Están destinados a la refrigeración y almacenamiento de medicamentos y vacunas en condiciones que garanticen su conservación. Proporcionan un enfriamiento fiable y una temperatura estable. Disponen de un sistema de alarma que se activa en caso de fallo de alimentación o si la puerta del refrigerador se queda abierta. Este sistema es indispensable para evitar situaciones que puedan llevar al aumento de la temperatura en el interior del aparato (especialmente en verano). Igualmente, tienen un sistema de seguridad que impide que la temperatura baje por debajo de los 0°C. Los refrigeradores destinados a la conservación de medicamentos sensibles suelen estar equipados con un sistema de cierre que permite controlar el acceso a estos.
¿Qué características tener en cuenta al elegir un refrigerador?
La elección de un refrigerador debe hacerse teniendo en cuenta, además del uso previsto, la capacidad, el intervalo de temperatura que ofrece, la configuración, y el número y el tipo de puertas.
Capacidad: el volumen de almacenamiento es determinante y su elección dependerá del tipo de servicio para el que será utilizado el refrigerador.
Intervalo de temperatura: es un criterio importantísimo. La mayoría de los refrigeradores tienen un rango de temperatura entre 2°C y 8°C, de acuerdo con las normas de calidad.
Configuración: debe elegirse en función del espacio disponible en el laboratorio o en la farmacia. Los refrigeradores verticales, o refrigeradores de tipo armario, son los más comunes, pero también existen refrigeradores horizontales. También hay refrigeradores empotrables, que se instalan debajo de la encimera del laboratorio. En general, estos últimos tienen menor capacidad de almacenamiento.
Número y tipos de puertas: los refrigeradores pueden tener entre una y cuatro puertas, que pueden ser sólidas o de vidrio.
¿Que debes tener en cuenta para el buen funcionamiento de tu refrigerador de laboratorio?
Es importante destacar que, para el mejor funcionamiento de los refrigeradores, es necesario que sean ubicados en un ambiente fresco y ventilado. Al menos debe haber una ventana con la finalidad de evitar el calentamiento del área.
Al momento de instalar un refrigerador de laboratorio en tus espacios, es necesario seguir las recomendaciones de la casa fabricante; con la finalidad de mantener de forma adecuada tu equipo. También te aconsejamos, que lo mantengas alejado por completo de cualquier rayo de sol, de esta manera su funcionamiento será el más óptimo.
Adicionalmente, deberás colocarlo a 15 centímetros como mínimo de la pared, esto favorece también la circulación del aire, por lo que garantizas que su vida útil perdure lo más posible.
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